Después de haber desarrollado una extraordinaria labor durante casi 30 años, las hermanas de la Congregación del Santo Ángel tuvieron que abandonar la Misión debido a la falta de vocaciones. Fue una gran pérdida, dado el trabajo realizado en la escuela, en la catequesis, en las celebraciones litúrgicas, en el trabajo con las familias, en la visita a enfermos, en el acompañamiento y en la acogida a las personas. Fueron 22 las hermanas que realizaron su labor entre nosotros a lo largo de esos años. La que más tiempo estuvo en la Misión fue Socorro González Rodríguez (del 15.09.1975 al 31.12.1987) y las últimas, Begoña Morán Fernández y Carmela Goñi Huarte en el verano de 1997.
Como solución para la Misión después de la marcha de las hermanas, a propuesta de Alberto, el arzobispado contrató a Loli Orta Llórenos, como secretaria y asistentes pastoral a tiempo completo y a su marido, Ángel Company Pérez, a tiempo parcial como Hausmeister.
Dentro de la gran pérdida que supuso para la Misión la marcha de las hermanas, se puede decir que siguieron prácticamente las mismas actividades que había e incluso se realizaron algunas nuevas. Llegó a haber doce catequistas seglares, la mayoría de ellos jóvenes, y la Misión siguió siendo una casa abierta todo el día, donde se acogía a todo el que llegaba.